Es necesario establecer un concepto previo a las referencias concretas del lugar, para hablar de la incidencia de la cultura celtibérica sobre la zona de nuestro pueblo, San Leonardo de Yagüe.
Rasgos generales
La formación étnica de la palabra «celtibérico» se ha entendido como una base ibérica a la que se superponen las invasiones célticas. Las primeras noticias de los pueblos celtíberos de la Península Ibérica, las obtenemos de autores greco-latinos como: Polibio, Estrabón, Livio, Plinio y Ptolomeo, aunque en sus narraciones existe una falta de acuerdo a la hora de establecer el territorio ocupado por la Celtiberia. Éstas imprecisiones se deben a la movilidad de estos pueblos. A medida que la arqueología va obteniendo más datos, el área adquiere mayor concreción.
Se podría decir que, la Celtiberia estuvo situada entre las líneas que marcan los valles del los ríos Jalón y Jiloca, las márgenes del Ebro, cuenca alta del Duero y la alta llanura occidental, lo que hoy conocemos como Meseta Norte.
Los arévacos, ocupaban las tierras más meridionales de la provincia de Soria, las comprendidas al Sur de las sierras de la Demanda, Urbión y Cebollera en el alto Duero.
Los pelendones , se extendían por la parte más septentrional de la provincia de Soria, con un territorio fundamentalmente montañoso; mientras que los arévacos quedaban situados en tierras más bajas. Las principales ciudades que se atribuyen a los pelendones son: Numantia, Augustóbriga y Savia; deduciendo que las tierras que ocupa hoy San Leonardo, las habitaban pelendones. Estos se dedicaban principalmente a la ganadería y caza, aunque debemos resaltar la inmediata proximidad a los pueblos arévacos.
Creencias y ritos
Para estos grupos, la naturaleza representaba el centro de sus creencias y la base de sus ritos; con la primavera brotaban los campos; los ríos (lluvias y deshielos) aumentaban su caudal; germinaban las plantas portadoras de frutos, los animales se multiplicaban… Interpretando la procedencia de tales bienes, elevaban a la categoría de deidad a cuantas fuerzas naturales pudieran favorecer la abundancia.
En las noches de pleniluio, los hombres y mujeres se reunían en las calles del poblado, cantaban y danzaban hasta el amanecer como actos de culto. «El Paso del Fuego» en San Pedro Manrique en la Noche de San Juan (24 de junio) y «La Luminaria» en San Leonardo ( hoguera de la Noche Buena), junto a «La Pingada del Mayo» (1 de mayo), son celebraciones de nuestros días que testimonian la tradición de aquellos ritos ancestrales.
Organización y economía
La comunidad tribal, era hermética a cualquier tipo de filtración exterior; cada pueblo, tenía marcado su territorio y los individuos que lo componían. Los órganos de decisión radicaban en la asamblea tribal. Cada familia recibía las tierras necesarias capaces de producir alimentos suficientes para sus miembros (la propiedad del terreno pertenecía a la tribu).
Las condiciones de vida dependían, en gran manera, de la fertilidad de los campos, tipos de cultivo y de la propia climatología. El comercio, era un mero intercambio de productos comúnmente conocido como trueque (aunque era prácticamente nulo).
Vestimenta
Como vestimenta principal usaban el sagum, especie de túnica confeccionada toscamente con lana de oveja con la que se cubrían desde los hombros hasta las corvas, un calzón corto y sandalias de suela de cáñamo, sujetas a los tobillos por medio de cuerdas cruzadas.
Se adornaban con brazaletes, collares y fíbulas; solían llevar el pelo largo y ceñido a la frente por medio de cintas de cuero. La indumentaria de las mujeres era semejante a la de los hombre, únicamente se diferenciaba por sus tonalidades más claras.
Para llegar a conocer el nivel cultural de estos pueblos, han contribuido decisivamente , los objetos hallados en las necrópolis y las cerámicas policromadas.
Información de «San Leonardo de Yagüe: Historia y Cultura», de Carmelo Rubio de la Iglesia.