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Romanización de la Península. Las cercanías de San Leonardo de Yagüe

Penetración en la Península

A partir del siglo 218 a.C. comienzan a aparecer en la Península Ibérica los ejércitos romanos. Aníbal, inmerso en la penetración de la Península Italiana, recibía abastecimientos desde Hispania, y para cortar tal ayuda, Roma envió tropas que desembarcaron en Tarragona.

A artir de este momento, la penetración fue continua hasta llegar a la meseta; en un principio la ocupación se basó en acuerdos entre ambas partes, hasta que estos se rompieron. Desde ese momento, comenzaron las Guerras Celtibéricas.

Estas guerras, comprenden desde el año 153 al 151 a.C. (en su primera fase) y desde el 143 al 133 a.C. en su segunda fase; a partir de esto, Numancia se convierte en el centro de las contiendas, que reciben el nombre de numantinas.

Interior del Castillo de San Leonardo

Últimos días de Numancia

En el año 133 a.C., Roma, tras diversas campañas dirigidas contra los numantinos, había visto como renombrados generales y cónsules, regresaban vencidos a la capital del Imperio sin lograr su objetivo: someter a las tribus del alto y medio valle del Duero concentradas en Numancia.

P. Cornelio Escipión asumió el encargo de reducir al pueblo numantino.

En octubre del 134 a.C, el cónsul se encontraba ya en España ante la mítica ciudad. Escipión, trajó consigo unos 4.000 voluntarios para reforzar el ejército de la Citerior; ante los apenas 4.000 sitiados numantinos, les rodeaba un poderoso ejército de unos 70.000 soldados. Los ejércitos acantonados en el noroeste hispano, carecían de disciplina y confianza. La principal labor, fue conseguir: obediencia, entrenamiento y moral para la guerra y la derrota.

Escipión, impuso un duro régimen; eliminó lo superfluo, prohibió usar camas, cada madrugada  se ordenaban largas marchas, había que levantar campamentos con fortificaciones de vallas y fosos en un tiempo preestablecido.

Logró sitiar Numancia cercándola de empalizadas y terraplenes, y alrededor de la ciudad, un sólido muro con torres, controlado por 7 campamentos. Los intentos numantinos por salvar el cerco, resultaron vanos una y otra vez.

¿Dónde estaban el resto de ciudades? Lutia, Malia, Kolenda…

Identificar el lugar concreto de Lutia, igual que cada una de las ciudades narradas por historiadores resulta muy complejo.

Las ciudades de Lutia, Malia, Kolenda, Lagni, Savia... a pesar de haber tenido varios sitios para su atribución, no han podido ser aún identificadas. A medida que van apareciendo nuevos enclaves datables en fechas paralelas a la epopeya numantina, se abre una nueva posibilidad de coincidencia. Un pueblo arévaco y la similitud homófona de un despoblado de San Leonardo – RUI LOBOS, RIO LUCIA– nos podría hacer pensar que la ubicación de la ciudad de Lutia correspondiera al Alto del Arenal de San Leonardo perteneciente a esta época histórica.

Alto del Arenal

Permanencia y aparición de nuevos poblados

Con la caída de Numancia, se consolidó la pacificación celtibérica en la meseta y los castros asentados en lugares elevados perdieron su valor estratégico al ser obligados sus ocupantes a descender al valle donde levantarían nuevos poblados.

La supervivencia en el Castro del Arenal, afianzada a la romanización, parece poco probable. El hecho de que Arganza sea, (topónimo de origen céltico que significa «brillante», «metal brillante», «plata»), límite de diócesis citada en la Hitación de Wamba (672-680), nos aclara que la ciudad que aparece en los inicios de la reconquista entre las importantes y la muestra del arte románico en su iglesia porticada, nos permite argumentar con fundamento que fuera el nuevo asentamiento de las gentes del Castro del Arenal. 

Información de «San Leonardo de Yagüe: Historia y Cultura», de Carmelo Rubio de la Iglesia.